NO tendrás mala suerte - Un cuento Zen acerca de conjeturar

¿Por qué los prejuicios te pueden hacer daño?

Los seres humanos, con frecuencia, estamos prestos a juzgar un incidente y calificarlo, como bueno o como malo. Pero en realidad no podemos decidir si algo que ha sucedido es positivo o negativo. No siempre sabemos si un evento, en última instancia, demostrará ser benéfico o perjudicial. En esta historia Zen presentamos una reflexión acerca de cómo conjeturar y emitir juicios previos o prejuicios sobre los acontecimientos de nuestra vida puede traernos tristeza. Esperamos que sera de tu agrado y puedas poner en práctica la lección que nos deja la historia.


NO tendrás mala suerte después de esto. Cuento ZEN sobre conjeturar

Hubo una vez un anciano que habitaba en una pequeña aldea. Era muy pobre, pero todos en el pueblo le envidiaban. Incluso el rey estaba celoso de él porque el anciano tenía un hermoso caballo blanco. Nunca antes se había visto un caballo con aquella estampa.

El rey, deseoso de poseer ese caballo, con frecuencia le ofrecía cambiarlo por fabulosos regalos y dinero. Pero el anciano siempre respondía:

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El anciano

- Este no es un simple caballo para mí.

- Es un miembro de mi familia.

- ¿Cómo podría vender a mi familia?

También sus vecinos trataron de convencerlo para que vendiera su caballo, pero no lo hizo.

De repente una mañana, el anciano descubrió que el caballo no estaba en el establo. 
La noticia se difundió rápidamente y los aldeanos se reunieron en casa del anciano. Todos le decían:

- Eres un hombre tonto.

- Sabíamos que algún día el caballo sería robado.

Todos le enrostraban su pobreza y su mala decisión de no vender el caballo al rey.

- Era mejor venderlo a cualquier precio que haberlo perdido, decían.

- Es una maldición, una desgracia, se lamentaban.

El anciano dijo:

- No conjeturen, simplemente dije que el caballo no está en el establo.

- Quién sabe si es mala suerte o buena suerte.

Los aldeanos reían y murmuraban que el anciano se había enloquecido. Si hubiera vendido su caballo, ahora viviría como rico. Pero seguía viviendo en la miseria y la pobreza.

El tiempo pasó y después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado, había escapado a la pradera. Y no había regresado solo, le acompañaban una docena de caballos salvajes. Otra vez los aldeanos se reunieron en casa del anciano y le dijeron:

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El anciano y sus vecinos

- ¡Wow esto es si es buena suerte!

El viejo respondió:

- De nuevo, están conjeturando

- Solo dije que el caballo está de vuelta y otros 12 caballos le acompañan

- Si es mala suerte o buena suerte, Nadie lo sabe.

Esta vez todos los aldeanos guardaron silencio, pero todos miraban los 12 briosos equinos que trajo el caballo del anciano. Un poco de entrenamiento y todos podrían ser vendidos y obtendrían mucho dinero.

El anciano tenía un hijo pequeño, su único hijo. El joven hijo comenzó a entrenar a los indómitos caballos. Un día, mientras entrenaba uno de los caballos, cayó de él y sus piernas se rompieron. La gente se reunió nuevamente y su juicio llegó pronto.

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El hijo del anciano


- Tu único hijo ha estropeado sus piernas y en tu vejez él será tu único apoyo.

- Esta sí que es mala suerte. - Le dijeron:

Inmutable el anciano respondió:

- No conjeturen.

- Dije que mi hijo se había roto las piernas.

- Si es mala suerte o buena suerte, nadie lo sabe.

Sucedió que después de unas semanas el país entró en guerra con un país vecino. Todos los jóvenes de la aldea eran reclutados por la fuerza. Solo el hijo del anciano permaneció en casa, porque tenía las piernas rotas. Los aldeanos reunidos, estaban lamentándose porque los jóvenes fueron reclutados y llevados lejos. Había muy poca posibilidad de que regresaran con vida porque el país agresor era mucho más grande y poderoso y su pequeño país estaba perdiendo la guerra. Todo el pueblo, llorando se reunió donde el anciano:

- Tenías razón, el accidente resultó ser una bendición, tal vez tu hijo está lisiado, pero permanece contigo. Mientras que nuestros hijos se han ido para siempre.

El viejo volvió a decir:

- Ustedes solo están conjeturando porque sus hijos han sido forzados a ir a la guerra y mi hijo no.

- Si es buena suerte o mala suerte, nadie lo sabe.

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Los hijos de los aldeanos


Reflexión

Si analizamos nuestras vidas encontraremos que a menudo tratamos de controlar los eventos que nos suceden y conjeturamos si el resultado será bueno o será malo. Cuando las cosas van de acuerdo a nuestros planes, estamos llenos de alegría, pero cuando las cosas no resultan como esperábamos, nos derrumbamos. 

Con frecuencia estamos prestos a juzgar un incidente. y calificarlo, como bueno o como malo. Pero en realidad no podemos decidir si algo que ha sucedido es positivo o negativo. No siempre sabemos si un evento, en última instancia, demostrará ser benéfico o perjudicial.

Al igual que en esta historia budista, algo que parece una buena noticia en el momento presente podría llegar a traer inconvenientes o incluso angustia en el futuro y algo que parece ser un mal en el momento presente podría ser muy útil en el futuro.

En esta historia el anciano no es un ser crítico. Él sólo está aceptando lo que está sucediendo tal como es. Él es ecuánime y la ecuanimidad es considerada como la forma más elevada de felicidad que podemos experimentar.

Así que, si quieres ser siempre feliz en tu vida no te apresures a juzgar algo porque lo que te parece una maldición hoy, tal vez mañana resulte ser un golpe de buena suerte para ti

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¡Qué Buen Dato!

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